Imagen de la red
Fifí y Lázaro caminaban juntos en una noche agradable y despejada, sentían la brisa que les refrescaba, y entre ellos hablaban: mira que luna mi vida!! ¿ves como parece que habla? ¡¡Oh, que bello es nuestro amor!!, se miraron y sonreían cómplices, enardeciendo al acariciar sus manos y suspirando al unísono. Siguieron caminando hasta que vieron un jardín lleno de tulipanes rojos, y fijaron las retinas del uno a la otra: voy a por uno, giro y se lo muestro susurró, Lázaro: Este tulipán es para ti, mi bella dama. Te quiero, te amo, como un afluente a su río, como las olas al inmenso mar, como la mujer corpórea y espiritual que eres, Fifí… Se abrazaron con toda la intensidad de ese instante... Transcurrieron unos minutos, el silencio formaba parte del entorno, sobraban las palabras y el eco del mismo los fundía en un beso –no muy casto- con esa pasión que desbordan la lava y los volcanes... Siguieron besándose, sonriendo cómplices en una noche que filtraba y fusionaba la esencia de la vida inolvidable, asidos de sus cuencos, notaron la presencia y esa seguridad del deleite de un orgasmo excelso y universal -al igual que el fuego que arde y sigue oxigenándose cuantas más pieles de naranja le arrojas-. No necesitaron alas reales y en menos de que canta un gallo, volaron y levitaron en su propio cielo.
Quino © 2017
Derechos Reservados
Comentarios
Publicar un comentario
SI CREES QUE EL AMOR, DELIRIO Y GOZO DEL ESPÍRITU, SON CARAS DE LA MISMA MONEDA... NO LO DUDES, PASA Y SI NO RECRÉATE. PUEDE QUE EN EL CANTO ESTÉ LA SOLUCIÓN.