Un daimon encontré






Es innegable que la violencia y la agresión poseen una gran capacidad de hechizamiento. El cine, La TV, los medios de difusión, se aprovechan del poderoso atractivo que ejerce entre nosotros la violencia y nos ofrecen imágenes de detectives muy duros, vaqueros que con sus pistolas se creen dioses, sexo duro, villanos y mentes peligrosas. Así, en los últimos años con las nuevas tecnologías y efectos especiales, se han aprovechado para realizar escenas muy sangrientas -que no son del ámbito de todos los seres terrenales-.
Realmente nunca olvido -cuando viajo- preguntar cual es la zona más peligrosa para caminar de noche, para realizar unas vacaciones con anécdotas positivas y no como protagonistas snobistas. Por eso puedes apreciar que todos los días; los periódicos locales se ensañan en colocarnos imágenes y publicaciones relacionadas con la violencia, día tras día (vende más lo negativo que lo positivo). El hecho de que las estadísticas señalen que la violencia aumenta o disminuye, o de que la violencia es ahora peor que nunca, no tiene demasiada importancia. La cuestión es que estás ahí y nos afecta de un modo muy profundo -sobre todo, cuando te pasa en tus propias carnes-.
Las noticias sobre actos de violencia en las guerras, las calles, los hogares, calan muy hondo en las emociones y en la imaginación y nos revelan que "vulnerables somos". Algunos desde luego, ven una relación entre el momento de las escenas violentas en las películas con la violencia callejera actual. Dan por sentado que si las personas son expuestas a imágenes de violencia, no dudarían en llevarlas a la práctica. Sin embargo esta forma de pensar presenta fallos, porque es obvio que millones de personas contemplan acciones violentas en el cine y no por ello se sienten con impulsos de ponerlas en práctica y que aquellos a los que no les gustan es te tipo de películas no van a verlas para aprender como ser más violentos. Su atractivo reside en otra parte -que luego explicaré-.
Yo soy de una generación, en donde he visto películas de todo tipo, y en mi infancia una de mis series favoritas era "Pipi calzaslargas" y no por ello, tanto los de mi generación como yo, nos hemos sumergido en el anacronismo de la locura y anarquía. Es un problema de actitud mental y de encantamiento. Para ello se lo explico de la forma más sucinta posible:
El encantamiento de la violencia en la típica película de acción apunta hacia un espíritu poderoso que desempeña un papel en la economía de la psique. La violencia no es solo demoníaca sino también daimónica. Un demonio es un espíritu totalmente negativo, pero un "daimon" es un espíritu sin nombre que puedes er bueno o malo. -He ahí la diferencia- . Tratar de caracterizar algo de daimónico es señalar un poder que no es del todo personal, pero sin ninguna duda está presente y le confiere un sentido de influencia dominante, pero no por ello debemos dejarnos llevar por el subconsciente. Por eso las guerras siempre han sido y serán el invierno de las civilizaciones. De ahí que yo también apoyo a los que piensan con toda fe. "HAZ EL AMOR Y NO LA GUERRA".

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Imagen de la red.



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